
Y lo digo, si dicen que los demás humanos tienen un 70% de agua en su organismo, en el mío hay agua en estado de vapor y mucho, no sé cuánto, mucho hierro y mucho acero, que no son lo mismo, y para ello he tenido que estudiarme el famoso diagrama hierro-carbono, con las regiones determinadas, como paises, el país de la austenita, el de la ferrita...
Mi abuelo ferroviario, me llevaba a un lugar medio legendario y desconocido por los demás madrileños, se llamaba horríblemente, por cierto, "Cerro Negro". Allí me recogían las manos callosas y negras de los maquinistas y fogoneros y me sentaban dentro de aquellos dragones de hierro que echaban fuego y vapor, como me decían en el cole que era el infierno. Si no lo saben, los que no hayan llevado una máquina de vapor o no hayan subido a la locomotora, les diré que huele a garage viejo y a arroz. Si, cuando viene un resoplido de vapor huele a arroz, y luego se pone en marcha la máquina y te llegan y te salen emociones, emociones y sensaciones todas al viento, porque lo esencial de todo es conseguir ese movimiento acorde y matemático del escape de los cilindros, ese ritmo tan frenético que te acompaña en todo el viaje.