martes, 7 de septiembre de 2010

MI AMOR DEMENCIAL HACIA EL FERROCARRIL-capítulo 1º


Y lo digo, si dicen que los demás humanos tienen un 70% de agua en su organismo, en el mío hay agua en estado de vapor y mucho, no sé cuánto, mucho hierro y mucho acero, que no son lo mismo, y para ello he tenido que estudiarme el famoso diagrama hierro-carbono, con las regiones determinadas, como paises, el país de la austenita, el de la ferrita...

Mi abuelo ferroviario, me llevaba a un lugar medio legendario y desconocido por los demás madrileños, se llamaba horríblemente, por cierto, "Cerro Negro". Allí me recogían las manos callosas y negras de los maquinistas y fogoneros y me sentaban dentro de aquellos dragones de hierro que echaban fuego y vapor, como me decían en el cole que era el infierno. Si no lo saben, los que no hayan llevado una máquina de vapor o no hayan subido a la locomotora, les diré que huele a garage viejo y a arroz. Si, cuando viene un resoplido de vapor huele a arroz, y luego se pone en marcha la máquina y te llegan y te salen emociones, emociones y sensaciones todas al viento, porque lo esencial de todo es conseguir ese movimiento acorde y matemático del escape de los cilindros, ese ritmo tan frenético que te acompaña en todo el viaje.

miércoles, 18 de agosto de 2010

DE CUANDO LOS SESENTA

Aquí en el barrio se notó la entrada de los yeyés una bestialidad. De este barrio era Julio Iglesias, que ya de niño era un poco pesado y se reía sólo creyendo que era muy guapo o algo así. Era un tipo muy raro, simpre estaba riéndose solo y con el padre Jose Luis Alzu, que también sonreía a su lado. El caso es que en el barrio vivían parte de Los Flecos, un grupo que compitió con los Brincos muy honrosamente y sin ayuda de Emilio Santamaría, el padre de Massiel. Los Flecos tenían una canción muy melancólica se llamaba "distinta" y otra muy shaking, que se llamaba "Vales poco para mi".
En la década de los seventies, del colegio de los Sagrados Corazones salieron los llamados "cuerpos y almas", muy apropiado para la época, que cantaban "Rosalía" y por Rosales se hacían ver tocando la guitarra.
La gente lo tomaba un poco a la tremenda y les llamaba maricones, pero ellos estaban henchidos por el gozo de pertenecer a los ungidos por el solfeo y le seguían dando a la cosa sin importarles nada de nada.
Esto es una licencia mía; es decir: como ferroviario, no puedo dejar de enseñar al mundo mundial cómo funciona una máquina de vapor. Mejor dicho, una locomotora, por ello, si la ilustración ha servido de algo, pues bienvenda sea!

Añadiría a todo esto, que la calle Altamirano de Madrid está orientada de modo que si se toma en dirección Rosales-Princesa, el rumbo que se obtiene es 62º, algo parecido a lo que se se necesita para ir a Cataluña o Zaragoza. Por la otra parte, el rumbo es, obviamente de 242º, más o menos lo que daría en Lisboa.
La anchura de la calle, entre pared y pared contraria es de 15 metros y la longitud es de 492 metros.
Dicho lo cual, ya podemos pasar a cosas más generales.